«Abre el libro de texto y comienza a llorar», «Pasa todo el día jugando en el teléfono e ignora las tareas», «Dice que la escuela no le sirve» — estas quejas de los padres las escucho todos los días. La falta de deseo de estudiar es uno de los problemas más comunes, pero rara vez se resuelve con gritos o castigos. La causa a menudo no radica en la «pereza» o el «mal carácter», sino en los miedos, el cansancio o la pérdida de motivación. ¿Cómo ayudar a un niño a encontrar interés en el aprendizaje? Vamos a analizarlo juntos.
¿Qué hacer si un niño no quiere estudiar? 7 consejos efectivos para los padres de un psicólogo infantil en ejercicio
Comprender la causa: ¿por qué el niño evita el aprendizaje?
Antes de actuar, pregúntate: «¿Por qué exactamente el niño se resiste?». Las razones más comunes:
- Miedo al fracaso: «Si no lo logro, me van a regañar».
- Aburrimiento: las tareas son demasiado fáciles o, por el contrario, incomprensibles.
- Agotamiento emocional: sobrecarga de actividades extracurriculares, tutores, escuela.
- Conflictos: con maestros, compañeros de clase o contigo («Estudio para que mamá no grite»).
- Falta de propósito: «¿Para qué necesito estas matemáticas?».
¿Qué hacer?
- Habla sin reproches: «Veo que evitas las tareas. Busquemos juntos la causa».
- Simplifica las tareas. Si el niño no comprende el tema, retrocede un paso.
- Ofrece opciones: «¿Quieres hacer matemáticas o inglés primero?».

Crea condiciones para la concentración
¿El niño no se concentra? Tal vez el entorno lo distrae:
- Organiza el espacio de estudio: un escritorio con buena iluminación, una silla con apoyo para la espalda, eliminar gadgets/juguetes durante el estudio.
- Mantén una rutina: establece un horario para hacer tareas (por ejemplo, de 16:00 a 18:00), pero deja descansos.
- No interrumpas: si el niño trabaja solo, no estés sobre él con comentarios.
⚠️ Evita la multitarea. Cambiar entre tareas, YouTube y mensajes reduce la productividad. Apaga las notificaciones del teléfono durante el estudio.

Relaciona el aprendizaje con la vida real
Los niños a menudo no ven sentido en la teoría. Ayúdales a sentir: «Esto es interesante y útil»:
- Usa ejemplos de sus intereses:
- Si al niño le gusta el fútbol, explica las fracciones a través de la distribución de goles entre jugadores.
- Si le interesan los dinosaurios, busca películas sobre eras geológicas.
- Experimenta: experimentos químicos en la cocina, cultivo de plantas para biología.
- Muestra profesiones: cómo los ingenieros usan la física, cómo los periodistas necesitan historia.
Cambia el enfoque de las calificaciones
El miedo a las malas notas o el perfeccionismo de los padres a menudo destruyen la motivación.
- Elogia el esfuerzo, no solo el resultado: «¡Trabajaste con mucha atención en esta tarea!».
- Los errores son parte del aprendizaje. Cuenta cómo los superaste tú mismo: «No podía leer rápido, pero practiqué».
- No compares con otros niños. Es mejor comparar con los logros anteriores del mismo niño: «Hace un año no sabías la tabla de multiplicar, ¡y ahora resuelves ejercicios en un minuto!».
Encuentra formatos alternativos de aprendizaje
Los libros de texto y los apuntes clásicos no funcionan para todos. Ofrece otras opciones:
- Cursos en línea y aplicaciones: plataformas interactivas (por ejemplo, Duolingo para idiomas).
- Documentales o pódcast sobre el tema de las lecciones.
- Aprendizaje a través del juego:
- Juegos de mesa con ejercicios matemáticos.
- Juegos de búsqueda del tesoro: «Encuentra las respuestas en la enciclopedia para abrir el cofre».

No impongas tus ambiciones
«Yo no me convertí en médico, ¡al menos tú estudia!» — frases como estas generan presión y provocan rebeldía.
- Ayuda a tu hijo a encontrar su propio camino: hablen sobre sus intereses, incluso si están lejos de tus expectativas.
- Muestra diferentes posibilidades: invítalo a jornadas de puertas abiertas en universidades, preséntale a personas de diferentes profesiones.
- Respeta su elección. Si sueña con ser bloguero en lugar de programador, no subestimes su valor: «Pensemos juntos qué materias te pueden ayudar en eso».

¿Cuándo acudir a un especialista?
Si la situación no cambia durante meses, pueden existir razones más profundas:
- Dislexia o TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) — requieren corrección con un psicólogo o médico.
- Trastornos de ansiedad: miedo a responder en clase, ataques de pánico antes de los exámenes.
- Falta de habilidades sociales: el niño no sabe trabajar en equipo o comunicarse con los profesores.
No dudes en acudir al psicólogo escolar o a un especialista privado. A veces, unas pocas sesiones de terapia pueden abrir nuevos recursos para el niño.
Aprender no solo es una «obligación», sino también algo «interesante». Tu objetivo principal es ayudar a tu hijo a sentir la alegría del descubrimiento y a creer en sus propias capacidades. Recuérdale (y recuérdate a ti mismo) que los años escolares son solo una etapa, no una sentencia de por vida. A veces, dar un paso atrás permite comprender que un niño feliz y equilibrado encontrará por sí mismo su manera de aprender.